sábado, 24 de septiembre de 2011

"LA PLAYA DE REBECA"


Pequeño fragmento del primer capítulo titulado "Una playa solitaria de un tiempo pasado":

Dejamos de hablar por un momento y empezamos a caminar rompiendo las olas a nuestros pies. Me sentí bien. Es como si hubiese encontrado por un momento una palmera perdida en medio del desierto, pensando que debía de haber no muy lejos una fuente de agua, de vida. Seguimos andando un buen rato, sin hablar, sin mirarnos, simplemente sintiendo ese calor extraño que supone el no sentirse solo. Y sin más, nos despedimos.

Me desperté relajado, tranquilo, con la sensación de que debía de haber soñado con algo maravilloso, o simplemente con algo que no me producía sufrimiento. Es curioso cómo nuestra mente nos hace mantener el equilibrio en momentos de crisis. A menudo pienso que el subconsciente, en momentos delicados, hace eso que nosotros somos incapaces de hacer la mayoría de las veces, es decir, mantener el equilibrio.

Dejé pasar las horas con desvergüenza, como vengándome de la frase «el tiempo es oro», regodeándome con esa sensación de alivio que supone el ir contra las normas, sobre todo de esas normas crueles y miserables que crean cuatro individuos «superiores» , para así someter a una masa aborregada en interés de ellos mismos.

Esa insignificante sensación es la que me mantuvo sereno durante todo el día, porque la pura y dura realidad es que no me sentía con ánimo de hacer ninguna otra cosa. Instintivamente dejé pasar las horas con la esperanza de que cuando volviera a la playa al anochecer, me encontrara otra vez con Rebeca, que así es como me dijo que se llamaba, antes de despedirnos la noche anterior.

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