domingo, 12 de febrero de 2012

FRAGMENTO DE "AÑO 2112. EL MUNDO DE GODAL"


Este nuevo fragmento pertenece al primer capítulo.

Capítulo I

El planeta Tierra

Aturdido y perdido entre las tenues sombras artificiales de aquel nuevo amanecer, Godal se miraba a sí mismo como el cruel reflejo de la derrota, una derrota anunciada a través de los años, pero no por ello menos dolorosa y amarga. No obstante, hacía décadas que él sabía que su destino era ése, como lo fue el de Sócrates y tantos otros, un final ingrato y despiadado por querer demostrar al mundo que en la solidaridad y la equidad está la verdadera razón de existir. A sus noventa años, observaba al mundo como él creía que era, un conglomerado de bajas pasiones y egoísmo difícilmente recuperable.

Habían transcurrido ya más de treinta años del gran cataclismo que sumió a la humanidad en la más absoluta desolación. Sólo una pequeña parte de Asia se salvó de ser anegada por las aguas, aquélla precisamente que en la antigüedad albergaba unas nieves perpetuas en sus blancas cumbres. Y así, como una isla en medio de un inmenso océano, todo el resto del planeta quedó sumergido por aquel cambio climático al cual los dirigentes mundiales habían menospreciado, desprestigiando y calumniando a todos aquellos científicos que desde hacía décadas lo vaticinaban. Los escritos de Godal, narrados en su gran mayoría cuando el mundo todavía era mundo, eran considerados ahora como una provocación, ya que los actuales dirigentes, descendientes directos de aquellos gobernantes que sumieron a la humanidad en el caos, negaban a las nuevas generaciones que aquel mundo existió tal y como lo relataba Godal. Ya se sabe que el ser humano sólo ve lo que le interesa o lo que le quieren hacer creer, pensaba el viejo escritor, y en este caso era la negación de la evidencia la nueva estrategia adoptada por las cúpulas de poder. Recuperar la memoria a través del conocimiento de la historia no les interesaba, de ahí que su estrategia consistiera en crear una amnesia colectiva para mantener intactos sus antiguos privilegios. Lo que narraba Godal no había existido, era simplemente ciencia ficción, una ficción precisamente inventada para ir en contra del buen sistema creado por los dirigentes mundiales, solían decir los nuevos gobernantes.

Se negaba todo, como las guerras, el cambio climático o el hambre en el mundo. Nunca existieron dictadores ni la explotación infantil, por poner algún ejemplo significativo, y menos aún dirigentes corruptos y pusilánimes que sometían a la población a su caprichosa voluntad. El hombre era bueno por naturaleza, se aseguraba desde dichas cúpulas de poder, y los que ocupaban tal poder eran la élite elegida debido a su moralidad y al alto grado de responsabilidad que mostraban frente a sus semejantes.

En el año 2112, el planeta ya apenas existía, y Godal publica un relato en el cual denuncia todo lo acontecido durante los últimos cien años. Habla de África, muerta y defenestrada por el cólera, el tifus y el SIDA. De Latinoamérica, yerma y arruinada por la tala indiscriminada de sus bosques. También hace mención a Europa, seca y estéril, y azotada además por continuas guerras derivadas por el control del agua. Asia y Norteamérica, así como Australia, no se quedaban atrás, asfixiadas por la incontrolada industrialización a que fueron sometidas. Ya sólo quedaba un pequeño reducto, una pequeña porción de tierra que con el deshielo de los polos consiguió sobrevivir al empuje de las aguas oceánicas. Lo que durante millones de años fueron las nieves perpetuas de la cordillera del Himalaya, se había convertido en un pequeño reducto por el calentamiento global del planeta, un reducido paraíso en donde tan sólo las cúpulas de poder todavía podían disfrutar del edén de los elegidos, pero eso era algo que, lógicamente, las nuevas autoridades siempre negaron en rotundo.

Así pues, ya sólo quedaba una nación, una cultura y una lengua. La Confederación Tierra se había tornado en la nueva patria de los supervivientes…

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