sábado, 17 de marzo de 2012

"LA REPÚBLICA DEPENDIENTE DE MAVISAJ"


Con motivo de la segunda edición de mi novela "La República dependiente de Mavisaj", esta es la introducción que realizó para la ocasión Francesc Colomer, doctor en filosofía.

INTRODUCCIÓN

por Francesc Colomer

La literatura es ficción, dicen, pero hay novelas que no nos lo parecen, porque crean realidades dolorosamente semejantes al mundo en que vivimos, historias que nos mueven a la reflexión, sacuden nuestras conciencias y nos hacen más sabios y más humanos. Situar la trama de un relato en un país imaginario, alejado en el tiempo o en el espacio, ha sido un recurso cultivado tradicionalmente por los escritores para abordar los problemas de su tiempo; desde la Utopía de Tomás Moro hasta Un mundo feliz de Aldous Huxley, pasando por Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift o 1984 de George Orwell.

Y en esta tradición se inscribe La república dependiente de Mavisaj. La muerte de un dirigente político y la investigación que se sigue nos introduce en la historia de un país imaginario, donde confluyen los grandes problemas que se le plantean al mundo actual en su deseo de construir sociedades democráticas y avanzadas.

La narración nos hace recordar la lucha histórica de las colonias para independizarse de sus metrópolis, pero también las nuevas formas de imperialismo y las dificultades que deben superar los países para no depender de poderes económicos o grandes multinacionales no sujetas a la voluntad de los ciudadanos.

La lectura nos mueve a la indignación ante el uso de la violencia como instrumento de control de la población: la violencia institucional que utiliza la tortura como mecanismo represivo, pero también las coacciones, atropellos e incluso asesinatos cometidos por delincuentes de guante blanco, que pagan a sicarios para doblegar a los ciudadanos que, en uso de sus derechos, no se pliegan ante los intereses económicos de algunos poderosos.

Nos permite reflexionar sobre el papel de las multinacionales y de las grandes empresas en la explotación de las riquezas de un país. Porque pueden ser una fuente inestimable de inversiones que aporten riqueza y contribuyan a mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, pero también, si no hay mecanismos de control eficaces, pueden agotar sus recursos beneficiando únicamente a una oligarquía privilegiada y aumentando las desigualdades sociales. Desigualdades y contrastes injustos todavía presentes en nuestro mundo desarrollado, como lo son en la capital del imperio del mundo de Mavisaj, donde la riqueza y magnificencia de unas zonas contrastaba con la miseria y la desolación de los suburbios; una descripción que nos recuerda situaciones cercanas, lamentablemente, demasiado reales.

Éstos y muchos otros temas del libro nos incitan a la reflexión: la violencia de género, el horror de la guerra, los paraísos fiscales, las relaciones y connivencias entre el poder político, económico y militar, la corrupción... Ante todos ellos, sólo hay una respuesta posible: la voluntad de construir, entre todos, un mundo más justo. Una sociedad donde sea posible una vida honesta, donde las leyes sean el resultado de la voluntad civilizada de convivir respetando unas reglas de juego que han de ser iguales para todos, donde todos tengamos las mismas oportunidades.

Una sociedad resuelta a caminar sumando, cohesionando y compartiendo un sueño común de fraternidad y de progreso.

En suma, una democracia que dignifique a sus individuos y los convoque a conjurarse en defensa de los valores más nobles.

En otras palabras, la participación de todos en un relato colectivo que permita construir una sociedad mejor, basada en los valores de libertad, igualdad y justicia social, donde el compromiso político —el compromiso por la polis— sea el motor más potente en la lucha por un mundo más justo, siempre al servicio de la gente. Porque no podemos resignarnos ante un mundo perfectible que debe ser transformado. Porque, como decía el poeta Martí i Pol, «todo está por hacer y todo es posible».

Francesc Colomer Sánchez

Doctor en Filosofía,

ha sido en varias ocasiones Alcalde de Benicàssim

y diputado en las Cortes Valencianas.

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